martes

Las ruinas.




Las  ruinas  se erguían recortadas contra el  gris del anochecer.  Las palabras de la dueña de la pensión,  volvieron a su memoria:
—No vaya a las ruinas del faro,  “algo” maléfico  habita  allí…
En aquel momento un gesto irónico se había dibujado en su cara.
—Llevó mi navaja —había respondido.

Y ahora entre las primeras sombras, aquella recomendación tomaba  otro significado. El paisaje impresionaba. En las paredes de ladrillos oscuros un musgo negro  crecía formando figuras que parecían moverse  bajo una cortina de lianas, que daba a la imagen fases de terror.
—No intente  entrar  —fue el consejo de la mujer—  es peligroso. 
Desoyó  sus palabras. Entró.   Era difícil caminar entre  la trepadora.  Cuanto más las arrancaba,  otras se aferraban a sus piernas,  lo  retenían.  Desesperó tratando de escapar. Intentó gritar y la voz se le ahogó en un gemido sin fuerza,  recordó la navaja, con ella fue cortando la hiedra y se abrió paso,  logró llegar a  la salida.
Pero no duró mucho su tranquilidad.
Un aleteo  cercano le advirtió otro peligro: un cuervo.  Con el pico abierto,  se lanzó sobre él, tratando  de atacar su cabeza. En el cielo comenzaron a bramar  los primeros truenos.
A su costado apareció un anciano, vestido con un gabán negro y  un gorro calado hasta las orejas, levantó  su bastón y amenazó  al pajarraco,  luego gruñó imitando su grito.  El ave al verlo comenzó a volar en círculos,  al fin se alejó.
—¡Estás no son zonas para que un tonto  ande husmeando donde no debe! —exclamó el viejo.
No respondió, no  había reaccionado aún del espanto vivido. El hombre siguió:
—Es mejor que se mande a mudar y no regrese, puede que la próxima vez no tenga tanta suerte.
El viejo  giró y en pocos segundos había desaparecido.
Un rayo pareció partir el cielo, la lluvia arrasaba cuanto hallaba a su paso, los pinos  y cipreses se inclinaban  ante la  fuerza del viento. Él miraba sin entender, con el corazón latiendo enloquecido y un temblor que lo recorría y no le permitía moverse.
De pronto, todo se desvaneció,  el color del cielo trocó a  un azul claro y una luna de lluvia le señaló el sendero.

La dueña de la pensión al verlo llegar  con la ropa hecha jirones,  se cubrió la cara con las manos.
—¡Fue al faro…! —le dijo.
—No se asuste, no  paso nada, sólo un par  de rasguños y algún que otro picotazo.
Ella lo miraba  temblando.
—Un hombre me ayudó —le dijo— un cuervo intentó atacarme y él lo alejó a bastonazos.  No le di las gracias, se fue antes de  que pudiera reaccionar.
La  mujer lo obligó a recostarse en un sillón y curó sus heridas.
—Le dije que no fuera, ese faro está  maldito.
—Bah… son leyendas de la gente.
—No son leyendas —dijo elevando la voz —Ese hombre que lo ayudó es el dueño del faro.
—¿Dueño de qué? Ese faro está en ruinas, no sirve para nada.
La mirada de la mujer lo impresionó,  movió la cabeza y le dijo:
—Usted no entiende nada, ese hombre no era real… es  el fantasma del viejo farero…





 Reeditado y corregido.


28 comentarios:

Rafael dijo...

Me gusta este cuento que nos dejas.
Un abrazo.

Pedro Luso de Carvalho dijo...

Olá Maria Rosa.
Gostei muito desta história, que está muito bem contada. Parabéns.
Abraços.
Pedro

Susana dijo...

Muy buena la historia. Un beso.

Mirella S. dijo...

El hombre no podía ser más escéptico, después de la fea experiencia sufrida en su visita, todavía pensaba que en el lugar no sucedía nada raro.
Muy bien relatado, Mariarosa.
Besos.

Franziska dijo...

Me has mantenido en vilo durante toda la lectura. Haa conseguido un relato perfecto, de verdad, impresiona. Me alegra aue lo hayas vuelto a reeditar pues de este modo he podido leerlo.

Un fuerte abrazo. Franziska

Mª Jesús Muñoz dijo...

Muy buena historia, María Rosa...A veces la curiosidad es más fuerte que la prudencia...Pero, también a veces, la testarudez y el orgullos son ciegos ante la evidencia...
Mi felicitación y mi abrazo siempre, amiga.

AdolfO ReltiH dijo...

MUCHAS GRACIAS AMIGA, POR TRAERNOS NUEVAMENTE ESTE INTERESANTE RELATO.
ABRAZOS

Joaquín Galán dijo...

Existen lugares así,estoy copnvencido.Y más después de leer tu estupendo relato.

Abrazos

TIGUAZ dijo...

Todos los faros mantienen historias que aun no queriendo conservan realidades que no admitimos. Galicia está plagada de faros costeros que aun siguen funcionando y si contaran todos los naufragios que contemplaron, quedaríamos impresionados. Lee algo sobre a COSTA DA MORTE. ( La costa de la muerte )Me encanta el leerte, mil besos.

Elda dijo...

Un buen relato para mantener la atención del lector hasta el final a ver que pasa.
Muy entretenido sin duda María Rosa.
Un abrazo.

Mari-Pi-R dijo...

Mucha imaginación con este cuento, pero lo cierto que hay que escuchar muchas veces la voz de la razón y no querer fantasear.
Un abrazo.

PD el nombre del pintor es Juan O’Gorman del retablo de la independencia.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Al menos logró regresar para contarlo.
Bien contado

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Hola María Rosa, me has tenido el vilo con el cuento, eso es un cuento para hacer caso y no ir
a curiosear.
Gracias por pasarte por mi casa. No estoy activa, simplemente os quise dar señales de vida, ya que me vuelven a operar y no sé cuánto tiempo tardatré en volver.
Un gran abrazo.

Ernesto. dijo...

Tenebroso y misterioso hasta el final... Muy buen relato, Mariarosa.

Margarita HP dijo...

¡Me encanta, me encanta, me encanta! ¡Adoro este tipo de historias, me hacen leer de principio a fin absorta del todo, y más cuando está tan maravillosamente escrito! Muchos besos María Rosa :D

Pluma Roja dijo...

Me encantó este cuento. Tiene magia mi querida cuentista. Mis felicitaciones.

Saludos.

Abuela Ciber dijo...

Gratisimo leerte
Y cuan ciertas pueden ser algunas ruinas que guardan secretos inviolables
Recuerdo años atras estando en la costa de Argentina sobre las arenas una casona inmensa abandonada
Entramos y era como pasar de un siglo a otro , salimos rapidamente como si nos corrieran sus fantasmas
Cariños

carmen estany dijo...

Un relato muy interesante y aleccionador.
El turista se creía infalible,y esto le llevó a cometer una gran imprudencia.Su orgullo le cegaba la razón y menospreciaba las advertencias de quien sabe y conoce los peligros del lugar.
Esto es propio de personas necias.
Muy bueno Mariarosa.
Un abrazo

lanochedemedianoche dijo...

Una historia atrapante como es tu estilo, me encanto María Rosa.
Abrazo

José Manuel dijo...

Magnificamente relatada esa imprudencia del curioso que halló lo que no esperaba.

Un abrazo

Ambar dijo...

Un relato muy interesante que mantiene atenta hasta el final.
Besos

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Aveces también las ruinas de nuestro pasado están llenas de fantasmas...

Luz&Gracia

Isaac

cachos de vida dijo...

Feliz fin de semana.
Un abrazo.

Maru dijo...

Genial María Rosa. Cuánta imaginación, una historia muy entretenida. Un beso.

Sara O. Durán dijo...

No hagas, no vayas, no entres... parece más una invitación para el que es aventurero.
Muy buen relato. Felicidades!
Un beso.

José A. García dijo...

Siempre queriendo demostrar la hombría y la bravura. De haber sido el farero hubiera dejado que se lo llevaran...

Saludos,

J.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

En el tono de buen suspenso. Un abrazo. carlos

Anónimo dijo...

Muy bueno,..Maria Rosa.Buena la descripción del lugar, a tono con la índole del relato. El miedo, el temor, a veces impulsan a una persona a realizar actos increíbles...Y luego negar lo vivido por temor al ridculo. Pero nunca se va a olvidar de ese momento...Grande Profe....Mis respetos...Saludos JUAN ANGEL PETTA

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